viernes, 17 de mayo de 2013

El agresor y la víctima del acoso escolar





El acoso escolar no es un problema nuevo ni aislado, y lo que primero que hay que hacer en estos casos es identificar la víctima y el agresor. Y tener la consciencia de que ambos sufren, y por lo tanto, necesitan ser atendidos y tratados.

El bullying puede ser sexual, cuando existe un asedio, inducción y abuso sexual; puede tratarse de una exclusión social cuando se ignora, se aísla y se excluye al otro; puede ser psicológico, cuando existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje, manipulación y amenazas al otro; y puede ser físico, cuando se golpea, empuja o se organiza una paliza al acosado.


El agresor de bullying

Normalmente, el agresor tiene un comportamiento provocador y de intimidación permanente. Posee un modelo agresivo en la resolución de conflictos, presenta dificultad para ponerse en el lugar del otro, vive una relación familiar poco afectiva, y tiene muy poca empatía. Según los expertos criminalistas y psicólogos, un niño puede ser autor de bullying cuando solo espera y quiere que hagan siempre su voluntad, cuando le gusta probar la sensación de poder, cuando no se siente bien o no disfruta con otros niños.

El bullying escolar se lleva a cabo cuando el agresor sufre intimidaciones o algún tipo de abuso en casa, en la escuela o en la familia, o cuando es frecuentemente humillado por los adultos, o cuando vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades. Los agresores ejercen su acción contra su víctima de diversas formas: les golpean, molestan, provocan, acosan con empujones y golpes, les nombran de una forma desagradable o despectiva, les generan rumores, mentiras o bulos, les aíslan del grupo, les ofenden y les anulan.


La víctima de bullying

Habitualmente, son niños que no disponen de recursos o habilidades para reaccionar, son poco sociables, sensibles y frágiles, son los esclavos del grupo, y no saben reaccionar por vergüenza o conformismo, siendo muy perjudicados por las amenazas y agresiones.







Lo que está en juego en el Bullying es el inherente deseo humano por dominar al otro, al semejante; gozar con su desgracia aunque ésta sea auto-infligida. Que se presente en la escuela no es un signo y síntoma de que algo anda mal en el joven o niño, sino que es síntoma de un suceso social más amplio: expresión de las clásicas tensiones entre los “fuertes” y “débiles” sea por su aspecto físico, ajustado a los criterios de fortaleza-debilidad; fealdad- belleza; de poder económico: pobreza-riqueza; normalidad en al moral y en la forma de pensar y de vivir la sexualidad…los “loosers” en todas las áreas y de todas las edades, que a nadie le gusta ver ni tratar, y que son discriminados. Esos que para otros otorgan imaginariamente la sensación de perfección y superioridad. Los súbditos y los reyes, las estrellas y los fans.

Al considerar el Bullying como un suceso universal se le adjudican causas y sentidos. Cuando los golpes e insultos en la escuela son, para muchos, parte de la integración al grupo, una forma de afecto y placer posibles, de disfrute sobre el otro. Ello no quiere decir que entonces deban permitirse o motivarse, sino que de inicio debemos preguntarnos sobre el sentido de que alguien insulte o golpee a otro, ver cada acto en singular (¿A quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Qué sucedió?) y no conductas psicopatológicas violentas en la escuela, sino expresión del ambiente laboral, deportivo, económico, político, judicial, “adulto” y “normal” de todos los días.
¿Cuál es el placer que se experimenta al golpear o dejarse golpear con las palabras o los puños? La burla y los chistes apuntan hacia una debilidad del otro siempre compartida, esa debilidad de la cual también participo, y por ello siento que me mira, por eso río y odio.

El psicoanálisis permite reconocer en lo extraño de la vida (el cuerpo y el sufrimiento; lo incomprensible de sí-mismo ) las partes propias reflejadas desde el otro, de las cuales uno no se da cuenta. En ese sentido, cuando alguien pega o dice algo sobre otro, ese otro está implicado en el Yo, puesto que éste se formó de un otro. Al divertirse y gozar atacando a otro, se ataca y daña a eso de lo que (mi) Yo también participa, en cuanto que humanos todos, sujetos a los mismos avatares de la fealdad, la flaqueza, el sufrimiento, la debilidad, pobreza, ignorancia. En se sentido, el alíen, el extranjero, el raro, el diferente, es también el amado-odiado más próximo a sí mismo: el propio Yo. 



Psicología del Adolescente



La palabra adolescencia significa “crecer” o desarrollarse hacia la madurez.


Solamente en las sociedades complejas, donde el paso de la niñez a la adultez es prolongado y ambiguo, existen conflictos. En culturas tribales donde esa transición es atravesada naturalmente mediante un ritual de iniciación, no existen en esta etapa tales crisis o dificultades.
El adolescente de las grandes ciudades, psicológicamente se encuentra en una situación marginal que no le permite adaptarse, porque es demasiado grande para desempeñar el rol de niño y aún demasiado joven como para ser considerado adulto.

Para una mejor comprensión de la variedad de cambios que se presentan a lo largo de este período, se ha acordado dividirla en 3 sube-tapas que representan los momentos más significativos de todo este proceso de transformaciones. Ellas son:

  • Pre-pubertad
  • Pubertad
  • Adolescencia


I.- Pre pubertad (10 a 12 años aproximadamente)

En esta subetapa es donde comienzan a apreciarse los primeros y quizá más bruscos cambios en la constitución física y en la personalidad del joven. Las manifestaciones conductuales típicas son: cambios bruscos en el ánimo, irritabilidad, hipersensibilidad y bipolaridad entre introversión y extroversión; en términos generales, una personalidad que se muestra desintegrada e inestable. Lo que hace más llamativos los cambios de esta etapa es precisamente el contraste con la etapa anterior (edad escolar) en que la personalidad del niño y su configuración física son muy estables y predecibles. Analizaremos estas transformaciones en las principales áreas en que ellas se presentan:


Área Biológica


Comienza un aumento paulatino de los niveles hormonales lo que va influyendo en el crecimiento físico y desarrollo de caracteres sexuales secundarios (barba, vello púbico, mamas). Se produce un significativo aumento de la talla, muy superior a lo experimentado por el (la) joven previamente, lo que va acompañado de otros signos característicos: crecimiento acelerado de las extremidades, ensanchamiento de las facciones, acné, etc. Estos cambios físicos acelerados contribuyen a una imagen personal cambiante e inestable y muchas veces a un físico poco agraciado e incluso a incoordinación motora (crecimiento desproporcionado), todo lo cual suele crear problemas de auto imagen negativa, las que se incrementan cuando se presenta algún retraso en la aparición de estos rasgos. Todos estos cambios son percibidos por el (la) joven, quien va experimentando sentimientos en relación a ellos, los que se manifiestan en las otras áreas que analizaremos.


Área afectiva

Se produce una acentuación general de los impulsos que no están muy definidos, los que se traducen en una excitabilidad difusa (irritabilidad, cambio de ánimo, hipersensibilidad). Tiende a disminuir la vitalidad propia de la edad escolar, presentándose momentos de actividad alternados con momentos de pasividad e introversión. Uno de los sentimientos característicos en esta etapa es el de ser incomprendido, lo cual se relaciona con una percepción de no ser niño ni joven; es común el aburrimiento y el no saber que hacer, ya que los intereses de la etapa anterior ya no están vigentes y los de la nueva son aún nacientes. El impulso sexual por su parte, emerge y comienza a diferenciarse del resto de la vida psicológica, pero aún no hay conciencia de él por lo cual se traduce, también en este plano, en una excitación difusa que influye en las variaciones del ánimo.


Área Social

Se produce un quiebre en las relaciones interpersonales en las diferentes áreas (familia, amistades). Comienza a enfatizarse el afán de independencia que marca conflictos en las relaciones con los padres, ya que esto también oscila entre arranques de independencia y actuaciones infantiles que requieren protección y dependencia. Esta última también es buscada debido a la inseguridad básica experimentada a raíz de los múltiples cambios, lo que marca una intensificación de las manifestaciones de obstinación. Muchas veces se desestructuran los anteriores grupos de amistades a causa del cambio de intereses o se estructuran nuevos, con fines o metas difusas (ej. juntarse para molestar o descalificar a otros grupos). Se aprecia una tendencia al antagonismo entre los sexos, constituyéndose grupos más bien unisexuados.


Área cognitiva

Comienza a surgir una nueva modalidad de pensamiento que permite al joven trascender del nivel más primario que maneja en la edad escolar. Esta nueva modalidad se denomina pensamiento hipotético. Por ser una modalidad naciente, ella se presenta en forma oscilante (como casi todos los rasgos del prepúber), fluctuando entre momentos de razonamiento hipotético-deductivo y otros de razonamiento anterior.

viernes, 3 de mayo de 2013

¿Niños Inquietos o Hiperactivos?


En el ámbito de la psicología infantil y, por qué no, en la educación, por momentos pareciera haber trastornos o déficit de moda. Eso al menos es lo que piensa un gran número de padres, educadores y algunos profesionales de la salud mental. Desde hace unos pocos años en México  y algunos más en los Estados Unidos, se diagnostica el trastorno por déficit de atención e hiperactividad con más asiduidad que nunca. Esto ocurre en la consulta profesional y en la escuela. Entonces es cuando surge la pregunta: ¿Es mi hijo un niño inquieto sin más o tiene un trastorno? ¿Cómo saber dónde está el límite? A continuación, respondemos a las preguntas más frecuentes sobre este tema.
¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención?
Este trastorno se denomina oficialmente Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), aunque en general es conocido por algunos profesionales como TDA ó TDAH. Los investigadores poseen ahora evidencias suficientes como para definir su posición en cuanto a que tanto el TDA como el TDAH, como nos referiremos a partir de ahora, no es un trastorno específico con diferentes variaciones. Siguiendo dicha evidencia, lo dividiremos en tres subtipos, de acuerdo a las características principales asociadas al mismo: falta de atención, impulsividad e hiperactividad:

Tipo Combinado –síntomas múltiples de falta de atención, impulsividad e hiperactividad.
Tipo con predominio de déficit de atención – Múltiples síntomas de falta de atención con poca, si hay, hiperactividad-impulsividad
Tipo con predominio hiperactivo-impulsivo —síntomas múltiples de hiperactividad-impulsividad con poca, si hay, falta de atención.
Estos subtipos se refieren a que algunos niños con TDAH no tienen problema en permanecer quietos en una silla o en seguir comportamientos de inhibición, pero pueden tener problemas de falta de atención y como resultado de ello grandes dificultades en concentrarse en una tarea o actividad determinada. Otros, pueden no tener problemas en prestar la debida atención, pero pierden concentración debido a una hiperactividad-impulsividad predominante sin controlar su impulso y actividad. El más frecuente suele ser el Tipo Combinado. Esos niños tendrán síntomas significativos de las tres características.

¿Cuáles son las señales más evidentes del TDAH?
Las características básicas asociadas al trastorno son la falta de atención, hiperactividad, así como la impulsividad. Los profesionales que diagnostican estos tipos de trastornos utilizan los criterios establecidos por la Asociación Americana de Psiquiatría-1994 cuyos síntomas se relacionan en el DSM-IV ( Manual de Estadística y Diagnóstico para Trastornos Mentales).

Déficit de atención 
Se describe el TDAH como una atención un tanto precaria y una actitud distraída por parte del niño. Actualmente, la distracción y la falta de atención no se consideran sinónimos. La primera, se refiere a la brevedad en cuanto a la calidad de atención y la facilidad con la que algunos niños pueden perderla. La segunda, es un proceso que consta de diferentes partes: la dirigimos (hacia algo en lo que poner la atención), la seleccionamos (algo que requiere nuestra atención en aquel momento) y la mantenemos (ponemos atención durante el tiempo necesario). También nos resistimos (evitamos cosas que inhiben nuestra atención) y la cambiamos (pasamos nuestra atención a otra cosa, si es preciso).
Cuando nos referimos a alguien como distraído, estamos diciendo que una parte de su proceso de atención se ha interrumpido. Los niños con TDAH es posible que tengan dificultad con una o todas las partes del proceso de atención. Algunos niños pueden tener dificultades en la concentración sobre una tarea (particularmente en labores rutinarias o aburridas), en empezar una tarea e incluso otros pueden perderse en las directrices durante proceso. Un observador cuidadoso puede apreciar dónde se rompe este proceso para un niño en particular.  

Los síntomas del déficit de atención relacionados en el DSM-IV son:
  • Falta de la debida atención a los detalles o caer en errores irreflexivos en las tareas escolares u otras actividades. 
  • Dificultad en mantener la atención en las tareas o en los juegos. 
  • Parecer no escuchar cuando se les habla directamente. 
  • Tener conflicto en seguir las instrucciones dadas y en acabar las tareas escolares, domésticas, etc. (no debidas a oposición o a dificultad en entender las instrucciones). 
  • Mostrar dificultad en organizar tareas y actividades. 
  • Evitar, les disgusta o son reacios a empezar una tarea que requiere cierto esfuerzo mental continuado (como tareas escolares). 
  • Perder a menudo cosas necesarias para realizar sus tareas o actividades (juguetes, lápices, libros o herramientas escolares). 
  • Distraerse con estímulos externos. 
  • Olvidarse a menudo de las actividades diarias.

Hiperactividad
La excesiva actividad es el signo más visible del TDAH. La hiperactividad en preescolar se describe generalmente como el típico niño que está “siempre en movimiento”. Con los años, los niveles de actividad pueden disminuir.
Durante la adolescencia y durante el principio de la edad adulta la hiperactividad puede aparecer como un comportamiento agitado o intranquilo.
Los síntomas de hiperactividad relacionados en el DS M -IV son:
  • Realizar movimientos continuos de manos o pies o mostrarse inquieto al estar sentados.
  • Estos niños suelen levantarse de su silla en clase o en otras situaciones en las que se espera que permanezcan sentados.
  • Se mueven arriba y abajo continuamente y en situaciones inapropiadas (en la adolescencia o en la edad adulta pueden limitarse a experimentar sentimientos subjetivos de intranquilidad).
  • Tener dificultades en jugar o elegir actividades lúdicas que requieren cierta tranquilidad. 
  • A menudo están “en marcha” o son demasiado dinámicos en su actuación.
  • Hablar en exceso. 
Impulsividad
Cuando la gente piensa en impulsividad, a menudo lo hace como impulsividad cognitiva, que es actuar sin pensar. La impulsividad en los niños con TDAH es algo diferente. Esos niños actúan antes de pensar, debido a que tienen dificultad en esperar o retrasar su gratificación. Les fuerza a hablar fuera de turno, interrumpir a los demás e involucrarse en comportamientos de riesgo. El niño puede cruzar la calle sin mirar o escalar a árboles demasiado altos. Aunque este comportamiento sea de riesgo, el niño realmente no es temerario, sino que tiene gran dificultad en controlar sus impulsos. En ocasiones, son los primeros en sorprenderse al descubrir que se han expuesto a una situación de peligro y no tienen idea de cómo salirse de ella.
          Los síntomas de impulsividad relacionados en el DS M -IV son:
Responder antes de haber completado la pregunta.
Interrumpir o entrometerse en las acciones de los demás (en conversaciones o juegos).
Es importante observar que en el DS M -IV, la hiperactividad y la impulsividad no se consideran características separadas ya que la hiperactividad-impulsividad es un patrón procedente de la dificultad en conseguir un comportamiento de control.
Además de los problemas con la falta de atención o hiperactividad-impulsividad, el trastorno se presenta con características asociadas. Dependiendo de la edad del niño y su desarrollo, los padres y profesores pueden apreciar baja tolerancia a la frustración, arranques de temperamento, despotismo, dificultad en seguir las reglas, falta de organización, exclusión social, autoestima pobre, bajo rendimiento académico y auto aspiraciones inadecuadas.
Otras características de diagnóstico esencial de TDAH incluyen: 
Los síntomas de falta de atención, hiperactividad o impulsividad deben persistir al menos durante seis meses y ser inconsistentes con los niveles de desarrollo.
Algunos de los síntomas que ocasionan deterioro deben presentarse antes de los 7 años.
Ciertos deterioros partiendo de los síntomas se presentan en dos o más ambientes (en las tareas escolares y en casa).
La evidencia del deterioro significativo clínicamente está presente en el funcionamiento social, académico u ocupacional.
Los síntomas no suceden exclusivamente durante el curso del Trastorno de Desarrollo Global, Esquizofrenia u otros Trastornos Psicóticos y no son mejor explicados por otro trastorno mental (ejemplo: trastorno del carácter, trastorno de ansiedad, trastorno disociativos o trastorno de la personalidad).
         ¿Es posible que los niños presenten ocasionalmente estos signos?
De vez en cuando, todos los niños son impulsivos, activos y muestran signos de falta de atención. En el trastorno del TDAH estos comportamientos son la regla, no la excepción. Cuando un niño exterioriza estas actuaciones como sintomáticas, incluso si lo hace de forma consistente, no debe llegarse a la conclusión de que tiene el trastorno. Sólo después de haber realizado una evaluación completa, se puede asumir la existencia del mismo y es preciso realizar un control ya que, a largo plazo, puede ser un factor que redunde en posteriores complicaciones.
Tratamientos 
El tratamiento conductual para niños con TDAH implica el ajuste del medio ambiente para gestionar con éxito sus interacciones sociales. Estos ajustes incluyen la creación de una mayor estructura, fomentando rutinas y fijando expectativas beneficiosas como pueden ser:
1.- Entrenamiento en habilidades sociales. Esto puede ayudar a un niño a aprender comportamientos que les ayuden a desarrollar y mantener relaciones sociales.
2.- Intervención de un psicólogo infantil que de pautas a padres y familiares, focalizándose en el tratamiento cognitivo conductual y sistémico del niño.
2.- Asesoramiento individual y capacitación para padres. La educación y apoyo para los padres puede ser una parte integral del tratamiento del TDAH .
Las necesidades de cada niño y su historia personal deben ser cuidadosamente consideradas, por lo que el asesoramiento de un terapeuta especializado es lo más indicado.